Perú tomó una decisión dramática en su lucha contra el COVID-19: flexibilizar el escenario de aislamiento social que rige desde hace 68 días y abrir una economía en «caída libre» mientras la enfermedad se encuentra en pleno apogeo sin visos de detener su expansión.
El presidente Martín Vizcarra anunció este viernes 22 de mayo, que a partir del lunes 25 de mayo quedará habilitado el comercio electrónico, la provisión de servicios profesionales y técnicos, lavanderías y peluquerías e incluso el retorno del fútbol profesional, entre otros sectores.
Técnicamente, el aislamiento sigue vigente y es obligatorio, si bien la necesidad económica y el hartazgo ciudadano han obligado a relajar unas normas -que ya eran poco respetadas- pese a que la curva de contagios no ha dejado nunca de crecer y dibuja una disyuntiva compleja y trágica: o la catástrofe económica o la posibilidad de una expansión incontrolada del virus.
Con más de 100.000 enfermos y una media de aproximadamente unos 4.000 nuevos casos diarios en las últimas jornadas, Perú es ya uno de los países del mundo con más infectados.
La cifra sube y sube, sin que haya nunca un pico estratosférico pero sin que cese el pertinaz ritmo ascendente pese a las palabras de Vizcarra de hace una semana en las que afirmó que el país ya se encontraba en una «meseta».
Por otro lado, la situación económica de las familias peruanas, particularmente aquellas de los sectores más humildes y de la inmensa mayoría de la población que trabaja en el sector informal, ya no aguanta más tras más de dos meses de paralización.
Pese a las ayudas públicas copiosas y amplias, y los programas de relanzamiento económico prometidos por el Ministerio de Economía, los recursos no dan para más, las familias y empresas no se sostienen y el bolsillo del Estado no puede dar mucho más de sí. /Con linformación de AlbertoNews