La infección está matando un iraní cada diez minutos y otros 50 se infectan cada hora. Lo aseguró el ministro de Salud de ese país después de días en que se restringió la información. Oficialmente, hasta el viernes se habían registrado 19.644 casos y 1.433 muertes, pero en las redes sociales hay miles de mensajes diciendo que eso no es cierto y que la cifra es mucho más alta. La situación es tan grave que se están registrando unas conversaciones secretas entre Teherán y Washington, para intercambiar ayuda humanitaria y el levantamiento de algunas de las sanciones impuestas hace dos años por Donald Trump a cambio de la liberación de prisioneros estadounidenses y europeos que están en las cárceles iraníes.
El primer “espía” en ser liberado es Michael White, ex oficial de la marina estadounidense, que fue entregado el jueves a la embajada suiza. Estados Unidos asegura que White no estaba haciendo espionaje y que tuvo la “mala suerte” de estar visitando a una novia iraní en la ciudad de Mashhad, en el momento en que Trump anunció el rompimiento del acuerdo nuclear y la imposición de sanciones más duras. Ahora, el régimen de los ayatollahs informó que liberó a White porque padece un cáncer y está contagiado por el Covid-19. Alí Khamenei, aprovechó el Nourus, el año nuevo persa, para anunciar que dará un perdón generalizado a presos comunes que podría beneficiar hasta a 10.000 convictos, para paliar la superpoblación en las cárceles. En las redes, dicen que hay miles de contagiados entre rejas.
Los primeros en caer enfermos por el Covid-19 fueron altos funcionarios del régimen que habían estado trabajando en la organización de las elecciones. Y el virus se propagó en forma exponencial. Fotos satelitales muestran que, en la ciudad de Qom, donde se concentra el poder de los clérigos shiítas, se excavaron grandes fosas para arrojar los cadáveres de los muertos por la pandemia.
Toda esta estrategia de ocultar lo que realmente sucede, está implementada por el millón de milicianos de la Guardia Revolucionaria (IRGC), fanáticos del régimen con entrenamiento de fuerza de elite. Son los que hicieron correr entre la población la teoría conspirativa de que detrás de este “ataque biológico” contra Irán están Estados Unidos e Israel. El comandante de los “Pasdarán”, que es como se denominan los guardias en farsi, Hossein Salami, aseguró que el coronavirus es “una invasión biológica estadounidense” y “un ataque biológico sionista”.
En tanto, Mahan Air, la aerolínea gerenciada por el IRGC, nunca detuvo la operación de sus vuelos a China.
La pandemia no podía haber llegado en peor momento para Irán. Además de las sanciones de Estados Unidos, el precio del petróleo, su mayor fuente de ingresos, bajó un 25% para ubicarse por debajo de los 35 dólares el barril. El presupuesto aprobado por el gobierno para este año fue realizado en base a un precio de 50 dólares el barril. En 2012, Irán exportó petróleo por 120.000 millones de dólares. Este año, recibiría apenas 10.000 millones. Una situación que llevó al régimen teocrático a pedir por primera vez en sus 41 años de historia un préstamo al Fondo Monetario Internacional de 5.000 millones de dólares.
El régimen iraní se sostiene con las movilizaciones masivas de sus seguidores (se calcula que podrían ser hasta un 30% de los 81 millones de iraníes), empleados estatales (3 millones) y el numeroso clero (un millón). También de los Pasdaram y Basijis (milicias juveniles) que controlan las protestas (provocaron 300 muertes durante la represión por el levantamiento popular contra el aumento de los combustibles). Cada vez que enfrenta algún problema moviliza a cientos de miles de personas, se queman banderas estadounidenses e israelíes y se lanzan encendidos discursos contra los enemigos externos que “quieren destruirnos”. Pero esta vez, el enemigo es un patógeno que no se amedrenta ante ninguna multitud. /Infobae