Luego de la llegada del hombre a la Luna, cada misión al espacio dejó nuevos descubrimientos científicos. Y este fue un caso que sorprendió a los investigadores: tras casi un año en la Estación Espacial Internacional Kelly sufrió un ligero cambio en una serie de cromosomas influyentes en el envejecimiento. Lo notable fue que al regresar a casa su envejecimiento se aceleró.
En la semana en la que el mundo juega a ver cómo se verá dentro de cinco décadas a través de una app, el astronauta Scott Kelly (52) atravesó un proceso de rejuvenecimiento durante su viaje a la Estación Espacial Internacional (EEI). Sí, después de 340 días en la estratósfera, este navegante del espacio regresó más joven.
Entonces surgen preguntas: ¿Un viaje a las estrellas genera un efecto Benjamin Button? ¿Viviríamos más años en Marte? ¿Qué ocurre al volver a la tierra? ¿Cuál fue el motivo real del viaje?
Y, para entender todo, la palabra clave es Marte. Es que, a partir de 2030 la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) planea viajar regularmente al cuarto planeta del Sistema Solar. Para eso comenzó a trabajar en esta investigación que llamaron Twin Study (o Estudios de los Gemelos) que consistió en analizar de manera simultánea a dos hermanos mellizos, con ADN similar: uno en la tierra (Mark Kelly) y otro que fue lanzado al espacio (Scott Kelly) el 27 de marzo de 2015.
Un grupo de 80 investigadores de 12 universidades formaron 10 equipos con ese objetivo: analizar al detalle las modificaciones que sufría el ADN de una persona que permanece durante un tiempo prolongado en el espacio. Así, mientras le tomaban una muestra de sangre en la tierra a Mark Kelly, su hermano Scott enviaba el mismo estudio a través de cohetes Soyuz que llegaban a manos de los científicos en menos de 48 horas.
Sí, el futuro llegó. Imagine a Scott Kelly como un náufrago que lanza “botellas con mensajes al mar” desde una estación ubicada a 400 kilómetros de la tierra (un avión comercial vuela a unos diez mil metros) y que orbita a una velocidad cercana a los 28.000 kilómetros por hora. La EEI da la vuelta al mundo en lo que dura un Boca-River (convencional): 90 minutos.
Lo más curioso fue que los resultados de los análisis de Scott sorprendieron a los propios científicos. Tanto, que siguen sin poder explicar ciertas modificaciones en su ADN.
Hay una vida mejor, ¿y si es en el espacio?
Durante su estadía en la Estación Internacional, Scott Kelly fue sometido a un sinfín de condiciones anormales en su cotidianeidad: cambios en la dieta, mayor estrés por vivir encerrado y en un hábitat diferente al natural, mayor exposición a la radiación, micro gravedad…
A pesar de todo eso, en algunos aspectos, el viaje estelar resultó una especie de fuente de la juventud para SK. ¿Los cambios más importantes? Una de las transformaciones más notables que sufrió se vio en el extremo de los cromosomas llamados telómeros. ¿De qué se trata? Estos telómeros son una especie de amperímetro del envejecimiento. Es decir, a medida que vamos creciendo, esos cromosomas se van acortando por culpa del estrés que generan los años, lo que aumenta la chance de tener algunos problemas de salud que van desde un cáncer hasta inconvenientes cardiovasculares.
El hecho es que, durante su estadía en el espacio, los científicos observaron que los telómeros en sus glóbulos blancos se habían alargado. Dicho de otro modo, mientras giraba alrededor de la tierra a 8 kilómetros por segundo, Scott Kelly se volvía más joven.
Vale decir: algo así como el efecto Benjamin Button (aquel personaje interpretado por Brad Pitt que se hacía cada vez más joven) pero que desaparece una vez que se vuelve de la estratósfera. Y eso fue lo más curioso del comportamiento en los cromosomas de Scott: de regreso a la tierra, sus telómeros sufrieron un rápido retroceso. Incluso, por estos días son aún más cortos que antes de la misión.
Con los pies en la Tierra
Como es habitual, la NASA reveló los resultados de este trabajo a través de la revista Science. Allí la científica de la Universidad de Colorado Susan Bailey se mostró más que sorprendida por los resultados del estudio. En primer lugar porque esperaba un efecto inverso en el comportamiento de los telómeros (ella pensaba que se acortarían en el espacio). Y en segundo término porque, cuando regresó a su vida normal, muchos de los telómeros de Scott volvieron al tamaño que tenían antes de su viaje: el astronauta ahora tiene más telómeros cortos de los que contaba antes de la odisea su espacio.
Pero también hay buenas noticias. En principio, que el ADN del mellizo que fue al espacio no se modificó dramáticamente. También que la vacuna contra la gripe funciona igual en la tierra que en el espacio. Además, los científicos encontraron cambios en la expresión genética, una especie de resiliencia del organismo que le permite producir energía extra ante los cambios en el ambiente espacial. En seis meses, más del 90 por cientos de esos genes volvieron a sus valores iniciales pero “un pequeño porcentaje de genes relacionados con el sistema inmunológico y la reparación del ADN no volvieron a sus niveles anteriores”, dicen. Y confiesan: “Todavía no sabemos si esos cambios son buenos o malos”.
La fórmula del globo ocular de Scott cambió en esos 340 días lo que afectó levemente su visión. Y el vuelo también incidió en un grupo de microbios (bacterias, virus y hongos) que afectan a la digestión y al metabolismo. Ese descubrimiento podría ser usado en investigaciones para mejorar la asimilación de los alimentos pero también a combatir el Alzheimer, Parkinson y el Autismo.
Ahora la carrera de los investigadores es tratar de entender qué es lo que ocurre en el ADN de Scott que en su regreso a su casa en Nueva Jersey ha acelerado su envejecimiento.
“A todos nos gustaría evitar las enfermedades que llegan con la vejez. Entonces, si sabemos qué es lo que cambia la longitud de los telómeros, quizá podamos desacelerar el envejecimiento”, explica al científica Bailey.
El estudio al que fue sometido Scott Kelly demuestra que un futuro viaje a Marte quizá detenga cierta parte de nuestro envejecimiento. Eso sí, habrá que estudiar bien los efectos secundarios. /BBC