Tres días antes del incendio en Notre Dame, fue sentenciada una de las tres mujeres acusadas de planificar un atentado terrorista contra la Catedral en 2016.
Las implicadas fueron denominadas “radicalizadas”y una de ellas confesó su lealtad al Estado Islámico.
De acuerdo con el Ministerio del Interior francés, la cifra aumenta cuando se toman en consideración la profanación de tumbas, saqueo de iglesias, pintadas obscenas en las paredes y lugares de culto, al igual que la grabación de vídeos sacrílegos.
El 5 de abril hubo un incendio en la iglesia de Saint-Sulpice en París pero, nunca se descubrió el motivo. Tampoco se atrapó a los culpables, pese a que el sacerdote presente vio a un hombre colocar madera para avivar el incendio que quemó las puertas y causó daños millonarios.
La incidencia de ataques y delitos contra la Iglesia Católica en Francia provocó un organismo de seguimiento de lo sucedido al mando del Episcopado francés, donde los sacerdotes de todo el país informan a la jerarquía desde robos hasta profanaciones.
Esto ha logrado que los delitos se dividan en dos formas, en particular en caso de robo, cuando sucede por el valor económico y cuando nace de un sentimiento anti-cristiano.
Dado que son abiertas al público, no están bajo vigilancia y objetos de valor -como un cáliz que costaría entre 200 y 2.000 euros- resultan un bien atractivo.
Mientras que los crímenes vinculados al odio, como en la ciudad de Nimes, por ejemplo, consistieron en escribir y formar una cruz las paredes con excremento.