Ningún dirigente político venezolano se dio por aludido ante la alarmante advertencia del Obispo Mario del Valle Moronta Rodríguez, sobre lo que está ocurriendo en el país con “la excesiva presencia de iraníes en Venezuela”, de los cuales recuerda que advirtió hace una década, cuando había unos 12 mil en el país.
Monseñor Moronta arrancó diciendo que ofrecía unas reflexiones “con mucho temor y temblor” y quizá por la angustia “no sólo mía sino de muchísimos”, pero también por el tema del que pocos se atreven a hablar en el país. Pero como el prelado dice, “ya no hay tiempo que perder”.
Cuando habló, por primera vez, de ese tema ante la Asamblea Episcopal, “se me dijo que no había que tenerles miedo a ellos sino a los cubanos, con sus servicios de inteligencia” y aunque lo planteó después “en diversos foros y encuentros, casi nadie me hizo caso”.
Llama la atención a que hace unos días, el canciller Jorge Arreaza presentaba “con bombos y platillos al Canciller de Irán. Lo presentaba como el hermano querido de la República Islámica Iraní”. Moronta no lo considera un hecho inocente. “Encierra todo un complejo conjunto de acciones y de compromisos que no se limitan a un simple gesto de fraternidad, sino a un hecho consumado”.
Aunque el tema ha sido obviado en los diversos espacios, Moronta reflexiona en que “a los iraníes no les interesa tanto, como a otras naciones los recursos venezolanos”, no restándole importancia a que sí hay interés en ellos, pero a su juicio el interés supremo, y lo han venido logrando, “es fijar una base estratégica de carácter geopolítico”.
Demuestra alarma al decir que “casi ningún pensador, por no decir nadie, ha estudiado esta dura realidad. Venezuela se convierte ahora de manera clara y ‘pacífica’ en un ‘partner’ (compañero) de Irán, permitiéndole que ponga sus bases de operaciones en nuestro país”.
Agrega que “no es cuestión de recibir petróleo, o de compartir el uranio, no seamos ingenuos. Su presencia tenía y tiene un objetivo de tipo geopolítico: lograr un espacio de penetración en un lugar privilegiado de América Latina. Y lo consiguieron sin mucho esfuerzo y sin que hubiera reacciones en contra”.
El poder comunal
Se lamenta el prelado católico que ha hablado del tema con “amigos, hermanos en el ministerio y otras personas”, en quienes parece encontrar consenso “aunque no reacciones”.
El sacerdote, quien en una época fue cercano al líder de la revolución, destaca que “Chávez siempre habló del 2021 como una fecha mítica. Murió antes de esa fecha, pero quedó en el imaginario político de los chavistas y sus sucesores esa fecha. Personalmente compartía con mis interlocutores que le prestáramos atención a esa fecha, porque era el indicativo extremo de quienes se habían propuesto implementar un sistema que hemos calificado con todo tipo de adjetivos, pero que, lamentablemente, está en vísperas de imponerse”.
El 2021 es la fecha en que la actual Asamblea Nacional termina su mandato. “Será el comienzo del Estado comunal, con la desaparición definitiva de todo lo que huela a Cuarta República y al pasado. Comienza la nueva etapa, la consolidación de la revolución, sin necesidad de mucho esfuerzo”.
Parece convencido Monseñor que el nuevo proyecto “eliminará todo lo que para nosotros es importante, desde la Asamblea Nacional hasta los municipios, desde los concejos municipales hasta cualquier tipo de organización social que aparezca en el ordenamiento jurídico venezolano. Sustituirán algunos nombres, por ejemplo, el de ‘parroquia’ cuyo origen es eclesiástico”.
Otro cambio importante es “implementar de manera definitiva el Poder Popular, que se hará sentir desde el nuevo poder comunal. Cuando los ministerios comenzaron a recibir la denominación de ‘poder popular para’, tenía toda una intencionalidad oculta y estratégicamente se iba preparando la mente de la gente para ello”.
Sugiere repasar lo que Chávez propuso en sus largos discursos y programas de televisión y radio, porque “allí se fue diciendo hacia dónde se iba”, por lo que considera que debe revisarse aun advierte que quizá “es tarde para revertir lo que nos viene. Pero no es tarde si pensamos en la necesidad de prepararnos mejor para enfrentar algo que ya tenemos a la vuelta de la esquina”.
El viaje a China
Moronta destaca particularmente uno de los últimos viajes de Chávez a China. “Hubo uno de ellos que pasó casi desapercibido. Él no visitó las principales ciudades, ni sostuvo reuniones bilaterales, fue a una población, en el mero centro de la China, a visitar una Universidad, cuya única misión es preparar todo lo relativo a la formación, constitución, dirección de las comunas, del poder popular y comunal. Allí no pasó horas sino dos o tres días”.
“Él mismo, Chávez, en un reportaje periodístico indicó que había hecho un convenio con esa universidad para la implementación del poder popular y comunal en Venezuela”, dice Moronta, quien deja colar una crítica amarga al manifestar que “de esto no hablan los sabios politólogos venezolanos. Todo esto lo obviaron porque no les interesaba, porque no le dieron mayor importancia o porque no entendieron las intenciones del régimen”.
Asegura el Obispo que “desde los laboratorios instalados para el proceso de ideologización, la propuesta que se ha venido desarrollando es la lanzada hace algunos años por el marxista italiano Antonio Gramsci, el inspirador de todo lo que está pasando. En los años 80, estudiantes en algunas universidades públicas, influenciadas y hasta dominadas por la izquierda, estudiaban apasionadamente a Gramsci. Chávez en muchas ocasiones lo mencionó, habló de él, de sus ideas”.
“En el pensamiento gramsciano la categoría de nacional-popular juega un papel central, sobre todo cuando habla de la hegemonía, y de construir a como dé lugar ese poder popular. Esto se hace por medio de las organizaciones de la base, la comuna. Por eso se habla del poder comunal. Esto implica eliminar todo lo que no huela a ‘popular’. Y, entre los pasos, a dar es ir minando las capacidades de las instituciones, entre ellas el Estado, lo que ha estado claro en el caso venezolano”.
Ni corto ni fácil
Con agudeza dice que “nos quejamos de que no hay gasolina, los servicios públicos no sirven, no hay gas, de que en puestos claves parece colocarse gente incapaz, pero en el fondo es parte de la política ideologizada para destruir el Estado e imponer en su debido momento, la mítica fecha del 2021, la única manera de cambiar la sociedad. Se destruye la industria petrolera, se destruye el aparato productivo… para que renazca la ‘nueva Venezuela que se convertirá en potencia’, pero siempre desde el Poder Popular”.
“¿Y nos extraña cuando el ministro para el poder popular para la Defensa dijo que ya se sabía quién ganaría las elecciones del 6D y que la oposición no volvería nunca a Miraflores? Es un discurso pronunciado desde hace varios años. En la construcción del poder popular se vislumbran los cimientos de un proyecto propio de las clases subalternas que disputa hegemonía a los sectores dominantes. Y eso es lo que está planteado a partir del año 2021”.
Moronta ve “válida e interesante” la consulta como alternativa. “Pero hay demasiada ingenuidad. La llaman vinculante. ¿Para quién? Un régimen que no le interesa nada. Si aparentemente no ha reaccionado ante la crisis humanitaria del pueblo en general, ante los informes sobre los Derechos Humanos, no es porque los desconozca, es que no les interesa, porque buscan destruir todo lo que huela a viejo a cuarta república”.
“Estamos ahora ante un abismo y no podemos dar un paso adelante, pues nos precipitamos al precipicio. Tampoco podemos seguir ocultando la cabeza en cualquier hoyo para tener la sensación de que no pasa nada. Menos debemos huir de la realidad. Hay que tomar conciencia del desastre en el que estamos metidos, de lo que nos viene, del tiempo que se ha perdido, de lo que pudo ser; se impuso el pensamiento de asesores y expertos, pero no se atendió la voz de un pueblo que requería de un auténtico liderazgo (no caudillismo) que brindara la verdadera esperanza y no fantasías”.
“Es tiempo de responder inmediatamente con conciencia de dos cosas: somos nosotros quienes vamos a dar la respuesta, con ayuda de otros, pero somos nosotros y esto implicará asumir que el camino no será ni corto ni fácil”, finaliza diciendo monseñor Mario Moronta.
Entre tanto silencio, en Venezuela proliferan las mezquitas, hoteles árabes, empresas iraníes y muchos “nuevos venezolanos” que ni siquiera hablan el español. /Con información de Infobae