En un intento por restablecer la confianza de sus compañeros de partido, donantes y simpatizantes, el presidente Joe Biden admitió haberse realizado un chequeo médico después del acalorado debate presidencial. Sin embargo, esta declaración fue rápidamente desmentida por el personal de la Casa Blanca.
Según una fuente anónima cercana al círculo que rodea al presidente, Biden compartió con los gobernadores demócratas que se había sometido a un examen con un médico de la Casa Blanca. No obstante, la secretaria de prensa, Karine Jean-Pierre, negó rotundamente esta información, afirmando que el médico del presidente no había realizado ninguna prueba.
Esta discrepancia en torno al estado de salud de Biden ha generado desconfianza entre sus propios correligionarios, quienes, en privado, lo ven como un candidato débil para continuar en la contienda electoral. Algunos analistas políticos incluso sugieren que el mandatario debería considerar poner fin a su campaña.
Sin embargo, Biden, de 81 años, se mantiene firme en su determinación de seguir en la carrera. En una llamada con su equipo de campaña, les pidió cerrar filas y luchar juntos hasta noviembre, reafirmando su convicción de triunfar en las elecciones.
Las encuestas realizadas después del debate presidencial muestran un deterioro en la popularidad de Biden, ubicándolo detrás de su rival, Donald Trump, por hasta seis puntos de desventaja. Esta situación ha puesto en jaque la supervivencia política del presidente, quien debe hacer frente a los rumores sobre su estado de salud y recuperar la confianza de sus propios partidarios.
La batalla por la supervivencia política de Joe Biden se ha intensificado en medio de este escenario de incertidumbre y desconfianza. Su capacidad para superar esta crisis y convencer a los votantes de su idoneidad para el cargo será clave en los meses venideros.