El Ejército ucraniano acusa a las tropas rusas de un ataque con artillería mientras los rebeldes separatistas de Lugansk denuncian disparos de las tropas de Kiev desplegadas al otro lado de la llamada «línea de contacto». Mientras, el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, anunciaba que, tras las actuales maniobras, Rusia dejará parte de su material bélico en Bielorrusia y reconoce que sus soldados replegados tardarían un día en volver si fuera necesario.
Por tercer día consecutivo, el ministro de Defensa ruso da cuenta de la retirada de las tropas que tiene desplegadas junto a la frontera con Ucrania. Sin embargo, tales informaciones se intercalan con otras de carácter realmente angustioso.
El departamento de prensa del «Centro de Operaciones de las Fuerzas Conjuntas» del Ejército ucraniano acaba de difundir a través de Facebook una nota asegurando que «las tropas rusas han atacado con artillería pesada la localidad de Stanitsa Luganska», situada junto a la «línea de contacto» o de separación de las partes contendientes y a escasos kilómetros de la frontera con Rusia.
En la misma información se sostiene que «los proyectiles impactaron contra el edificio de una guardería infantil y dejaron la mitad del pueblo sin electricidad».
Por su parte, la «milicia popular» de la autoproclamada República Popular de Lugansk aseguraba hoy en un comunicado que «la situación en la línea de contacto se ha deteriorado significativamente (…) En las últimas horas se ha producido tres nuevos ataques del Ejercito ucraniano contra cinco centros de población de Lugansk». Según la nota, las autoridades de la república se han dirigido a los observadores de la OSCE para que tomen nota de las violaciones del alto el fuego por parte de la Fuerzas Armadas de Kiev «a fin de evitar el derramamiento de sangre, ya que Kiev están intentando provocar una escalada del conflicto». A juicio del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, «la situación en Donbass se agrava. Las fuerzas ucranianas han desplegado allí un enorme potencial ofensivo», unos 120.000 soldados, según aseguran los separatistas prorrusos.
A tres días de la finalización de las maniobras militares conjuntas en Bielorrusia, que comenzaron el pasado día 10, el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, anunció hoy de repente que, según un acuerdo alcanzado entre Minsk y Moscú, «parte del material bélico ruso permanecerá en Bielorrusia tras el final de los ejercicios».
Al mismo tiempo, Lukashenko señala que «los militares de Bielorrusia y Rusia podrían regresar a sus acuartelamientos permanentes en un solo día, pero estarán en la república durante el tiempo que sea necesario», lo que significa admitir que 24 horas serían también suficientes para que los efectivos rusos replegados regresaran de nuevo a Bielorrusia.
Tanto Moscú como Minsk han estado asegurando en los últimos días que, una vez terminadas las maniobras, las tropas rusas saldrán del país con destino a sus bases en Rusia. El presidente bielorruso dijo hoy que las tropas del país vecino podrían crear en Bielorrusia un centro de entrenamiento para el manejo de misiles «Inkander», un arma de corto alcance capaz de portar carga nuclear.