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La lluvia de estrellas conocida como Leónidas tendrá lugar este 17 y 18 de noviembre, mes en el que anualmente deslumbra a sus espectadores desde su descubrimiento en Venezuela en el año 1799 por parte de dos científicos que se encontraban en medio de una expedición a lo largo del país.
En 1799 el naturalista y geógrafo alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) y el botánico francés Aimé Bonpland (1773-1858) se embarcaron en una aventura intelectual en América del Sur con el permiso del Rey de España, Carlos IV (1748-1819).
La expedición científica pretendía estudiar la región del río Orinoco y sus afluentes, por lo que los investigadores se adentraron en el país por la desembocadura del río Manzanares en Cumaná —en Sucre, región nororiental de Venezuela— , a través del cual descubrieron la gran riqueza de la diversidad de flora y fauna local.
Ambos quedaron impresionados por las propiedades de diversas plantas, como la Avicennia germinans, que desempeña un papel muy importante para los ecosistemas en zonas cercanas a cursos de agua, la alfarería de pueblos descendientes de etnias originarias —los manicuareros, quienes fueron producto del mestizaje entre las poblaciones de guaíqueries, chaimas, cumanagotos y caribes—, así como del esplendor de cavernas que contenían especies exóticas.
Sin embargo, no todo fue admirable en medio de la travesía: los investigadores fueron testigos de una fuerza telúrica —corriente terrestre que tiene movimiento tanto bajo la tierra o el mar—, pero esa atemorizante situación les fue compensada.
Según constata un estudio de la red de revistas científicas Redalyc, la noche del 11 al 12 de noviembre pudieron deslumbrarse con el evento astronómico desconocido hasta el momento por el ojo humano.
Una lluvia de meteoros iluminó el cielo y los destellos de luz impactaron tanto a los científicos que registraron el avistamiento en sus diarios de viaje: “Miles de bolas de fuego y estrellas fugaces cayeron una tras otra durante cuatro horas”. Fue un precedente que motivó a posteriores estudios del fenómeno y los estudios astronómicos en el país.
A su vez, avistamientos posteriores delinearon el conocimiento que hoy se tiene de la impresionante lluvia de meteoros.
Una lluvia de meteoros con nombre propio
El 12 de noviembre de 1833 se presentó el evento astronómico en su máxima expresión. El cielo parecía caerse de la gran cantidad de meteoros que brillaban y descendían desde lo alto.
En EEUU tuvo mayor repercusión dado que la costa este del país se mantuvo iluminada durante más de seis horas debido a la lluvia de meteoros, frente a la mirada estupefacta de los observadores.
Tal fue su impacto que incluso la sociedad norteamericana llegó a referirse al evento como una tormenta o atribuir el hecho a fenómenos eléctricos en la atmósfera.
Algunos medios de la época compararon el suceso con una nevada, dada la gran cantidad de destellos que se vieron.
El episodio despertó el interés de estudiosos, entre los que se destaca el astrónomo y profesor de la Universidad de Yale Denison Olmsted, quien recolectó relatos de los observadores y concluyó que la lluvia de meteoros parecía proceder de la constelación de Leo, de ahí su nombre.
Sobre Leónidas
El evento se debe a restos del cometa 55/Tempel-Tuttle —descubierto en 1865 por el astrónomo alemán Wilhelm Tempel y el estadounidense Horace Parnell Tuttle— que ingresan a la órbita de la Tierra y se convierten en un escenario digno de admiración.
A pesar de ser cercanas a dicha constelación de Leo, no es necesario ubicarlas, debido a que pueden aparecer desde cualquier región de la esfera celeste.
Meteoros o estrellas fugaces ingresarán a la atmósfera de nuestro planeta entre el 17 y el 18 de noviembre, y arderán hasta alcanzar más de 6.000 °C.
Se prevé que puedan visualizarse 15 meteoros por hora, aunque su actividad es impredecible y sus apariciones pueden aumentar repentinamente por minutos o incluso horas.
Cada año, las Leónidas visitan la Tierra entre durante el mes de noviembre y cada 33 años se deja ver la mayor actividad del fenómeno.
Esto se debe a que el polvo y los fragmentos del cometa Tempel-Tuttle, están desigualmente esparcidos por su órbita, la que intersecta la órbita terrestre.De color rojizo, suelen dejar una estela de color verde tras su paso veloz —se estima que colisionaran en la Tierra a más de 250.000 kilómetros por hora—.
A pesar de que las Leónidas lograrán iluminar la oscuridad de la noche durante las madrugadas de estos dos días de noviembre, se espera que el cielo sea su escenario mayor en 2031, cuando su actividad será máxima.