En Mulukukú, una zona montañosa del Caribe nicaragüense, dos niñas fueron violadas y asesinadas a machetazos el pasado 12 de septiembre. El asesino y violador confeso, Rosario Soza Centeno, de 32 años es un conocido de la familia. Aprovechó que las niñas quedaron solas en el río, buscando cangrejos para comer, para cometer la fechoría.
El crimen conmocionó a Nicaragua por la saña con que se cometió, en medio de una espiral de violencia que viene sufriendo el país desde hace un par de años. La opinión pública responsabiliza de la ola delictiva al régimen de Daniel Ortega que en los últimos dos años ha liberado sin mayores trámites a más de 22 mil presos comunes, armó un ejército paramilitar y tiene a la policía principalmente dedicada a reprimir y acosar opositores.
Carmen Rodríguez, la madre de las niñas asesinadas, dijo que la mayor de las niñas ya había sido violada en dos ocasiones anteriores por dos hombres distintos, pero la delegación policial de su comunidad no le dio importancia sus denuncias.
La respuesta de Ortega se dio tres días más tarde, cuando en una celebración nacional, anunció su intención de instaurar la cadena perpetua en el Código Penal de Nicaragua para castigar esos “crímenes de odio”.
“Hay que instalar penas mayores para crímenes de odio, para crímenes mayores, como estos que se han cometido contra estas niñas allá en el norte de nuestro país. Los crímenes de odio están siendo sancionados en todas partes ahora, y aquí no vamos a ser la excepción”, dijo en el acto oficial en que se celebraban los 199 años de independencia de España.
Los opositores, sin embargo, consideran que la ley de Ortega tiene dedicatoria política.
“Me parece que es un oportunismo e instrumentalización horrible”, dice Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) y quien se desempeñó como vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia durante la revolución sandinista en los años 80.
“Es un atropello a la familia de las niñas y un atropello a la gente. Cree que no tenemos inteligencia. Supuestamente es para parar la violencia contra las mujeres y el pretexto son las dos niñas asesinadas, pero el discurso donde Daniel Ortega, con gran agresividad lanza tal propuesta de cadena perpetua directamente se comienza a referir a lo que él llama terroristas, golpistas, a la gente que protestó en abril de 2018. No tuvo el menor cuidado de decir violadores, sino que fue directo a los opositores”, señala Núñez.
Ortega justificó su propuesta porque “ellos (opositores) quieren ya seguir cometiendo asesinatos, colocar bombas, provocar destrucción, más destrucción que la que provocaron ya en abril de 2018”, y aseguró que “no son nicaragüenses, son hijos del demonio, son hijos del diablo, y están llenos de odio, cargados de odio están. Eso es lo que resumen, odio, odio, odio, nada más”.
El periodista Miguel Mora sabe la facilidad que tiene el régimen de Ortega de endilgarle a sus adversarios la etiqueta de “odio” para llevarlos a los tribunales.
Mora es el dueño de la televisora 100 por Ciento Noticias, y el 21 de diciembre de 2018 la policía entró con violencia a su canal, tomó posesión de la televisora y detuvo a Mora junta a la periodista Lucía Pineda Ubau. Ambos pasaron seis meses en las cárceles del régimen, se les inició un juicio por “crímenes de odio” y fueron liberados mediante una ley de amnistía en junio de 2019.
“Se nos acusó por crímenes de odio e incitación para hacer actos terroristas porque supuestamente este tipo de cobertura, nuestra posición editorial, los comentarios periodísticos, afectaban en esos supuestos delitos a la militancia sandinista. Fue el Frente Sandinista (el partido de Ortega) como militancia quien interpuso la acusación”, dice Mora.
Para los periodistas Mora y Pineda, la Fiscalía pedía 30 años de cárcel, pero el juicio fue suspendido en cuatro ocasiones sin explicación alguna y al final fueron liberados por la ley de amnistía que promovió Ortega, sin estar condenados por ningún delito.
El presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, cree que el cambio penal estará listo en unos cuatro meses, y lo atribuye a “un clamor popular” que identificó “el comandante Daniel”.
“La gente está de acuerdo con la cadena perpetua para crímenes de odio, crímenes contra niños, crímenes contra mujeres, en cualquier edad, crímenes contra todo mundo, pero también, al fin, crímenes de odio”, dijo Porras en una entrevista del oficialista Canal 4 de televisión. “Si hay una persona opositora, de esa oposición nicaragüense, que no las debe, no tiene por qué temerla, eso es así; el que no anda asesinando gente, no tiene por qué temerla”.
La Constitución Política de Nicaragua establece que “no se impondrá pena o penas que, aisladamente o en conjunto, duren más de treinta años”. Este límite se estableció por primera vez en el Código Penal en 1974, bajo la administración de Anastasio Somoza Debayle.
Para la jurista Vilma Núñez, especializada en derechos humanos, el límite penal significó una modernización en la legislación nicaragüense. “Fue un avance en el desarrollo de los sistemas penales modernos. La revolución no solo respetó esta norma, sino que eliminó la pena de muerte que, aunque estaba la Constitución que encontró la revolución, no se aplicaba”.
Traer ahora una ley de cadena perpetua le parece un retroceso. “¿Sabe por qué le llaman cadena perpetua? Porque era una modalidad de castigo físico y degradante, una cadena de la cintura a los pies y una pelota de hierro. Una cadena que tenía que manejar siempre, hasta su muerte. Ese es el origen del término”, explica Núñez.
“Pienso que es una forma de atemorizar, porque todo mundo tiene miedo a la cárcel, pero tiene la perspectiva que algún día saldrá de ella. Al decir cadena perpetua eso mete más temor, aunque puede ser que también tenga la intención de meter a la cárcel a determinadas personas. Están cayendo en una actitud aberrante”, dice.
Miguel Mora, ex preso político, dice que una ley de “cadena perpetua” carece de sentido pues a su criterio es imposible una persona salga viva después de pasar 30 años en las cárceles de Nicaragua. “Uno que ha estado en esas mazmorras y en ese aislamiento sabe que la sentencia de 30 años equivale a una pena de muerte porque las condiciones son infrahumanas, no hay ser humano que pueda resistir 30 años de ese tipo de prisión”.
Explica que el sistema penitenciario nicaragüense tiene cárceles de máxima seguridad para violaciones, narcotráfico, crímenes atroces y ahora “crímenes de odio”. En la cárcel Modelo, donde estuvo recluido Mora, es la Galería 300. “Son celdas de concreto de dos por tres metros, en un régimen de total aislamiento donde nos mantuvieron a nosotros, junto a criminales, asesinos en serie, violadores y narcotraficantes. En ese tipo de prisión del tipo estalinista cubano, 30 años es mortal”, dice.Daniel Ortega aprovechó el acto de celebración de la independencia de Nicaragua para anunciar su iniciativa de cadena perpetua contra “crímenes de odio”.
Atribuye la iniciativa de Ortega al miedo que sufre “viendo la nueva fase de la resistencia que es la fase de la organización”.
“Ellos saben que la mayoría del pueblo no está con ellos, y en unas elecciones mínimamente observadas, y con algunas garantías, ellos pierden por amplia mayoría. Ante esta resistencia organizada, la dictadura sabe que tiene todas las de perder, quiere infringir miedo para que el ciudadano no se organice, no vaya a votar, no haga ningún tipo de resistencia”, dice el periodista que hace un par de meses se integró oficialmente a la opositora Coalición Nacional.
“Es una falacia que estén hablando de cadena perpetua cuando ese par de dictadores (Daniel Ortega y Rosario Murillo) ni siquiera van a ver eso porque sus expectativas de vida son cortas”, señala y relata un pasaje de la Biblia donde Amán dio a hacer una horca para colgar a su enemigo, Mardoqueo, y terminó colgada en ella. “Yo creo que lo que están preparando la dictadura es la horca con la que ellos mismos serán ejecutados en un futuro mediano. Ellos podrían ser juzgados conforme esas mismas leyes porque están señalados, comprobados, con informes del alto comisionado de derechos humanos y organismo de derechos humanos continentales como criminales de lesa humanidad”.
La doctora Vilma Núñez dice que la figura de “cadena perpetua” no se puede usar ahora porque la normativa jurídica de derechos humanos a nivel internacional lo prohíbe. “Es un trato cruel inhumano y degradante. Eso está prohibido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Convención Americana y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (de Naciones Unidas)”.
“Ellos están pensando que van a ser eternos en el poder, que ellos no van a caer. Y piensan que eso solo lo van a aplicar a sus adversarios. Esas mismas leyes se aplicarían a ellos”, dice, aunque inmediatamente rectifica: “Espero que sea la justicia de verdad, basada en los principios nacionales e internacionales la que lo juzgue. Él (Ortega) se merece todo el peso de una verdadera ley no de un acomodo antijurídico como es ese”. /Con información de Infobae