Como todos los males de Venezuela, el coronavirus se ha ensañado con Maracaibo, la otrora urbe pujante que lleva años castigada por la crisis y ahora está condenada a una cuarentena radical para intentar detener el contagio de una “cepa más peligrosa” que ha matado más rápido que en el resto del país.
“Tenemos los [números] más altos de mortalidad”, dijo en una declaración el gobernador del estado Zulia (oeste), el chavista Omar Prieto, al ofrecer un balance sobre la pandemia por la COVID-19 en esa región que registra 183 contagiados y seis fallecidos, de un total de 23 que se computan en todo el país.
Maracaibo, capital de Zulia, ha sumado entonces el coronavirus a su larga lista de problemas en la que figuran las interrupciones del servicio eléctrico y la escasez de gasolina. Aunque se trata de males que aquejan a todo el país con las mayores reservas probadas de petróleo el padecimiento en esta ciudad siempre es mayor.
En los últimos días han circulado imágenes que muestran a algunos de los contagiados denunciando malos tratos o el miedo de morir por la falta de atención dentro del Hospital Universitario de Maracaibo (HUM), el principal nosocomio de la región.
“Nos están dejando morir uno por uno”, dice uno de los denunciantes mientras otra voz clama: “Nos tienen pasando hambre, sin medicinas”.
Quienes declaran en estos videos portan mascarillas mientras caminan por un área del HUM y muestran, entre otras cosas, a una persona supuestamente fallecida desde hace horas. “Nos vamos a morir todos si seguimos aquí (…) ayúdennos a salir”, ruegan.
Luego de que estos testimonios navegaran por la red, el gobernador de Zulia declaró el miércoles una transformación profunda del HUM que incluye, entre otras cosas, la presencia de 50 hombres y mujeres que conformarán la nueva “policía hospitalaria” de ese centro de salud.
Esta policía aplicará “mano dura” en el hospital, que a juicio de Prieto venía funcionando como “un centro de conspiración” para seguir directrices del presidente estadounidense Donald Trump, principal enemigo político del mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
La transformación -explicó- incluirá labores de “inteligencia” y la puesta en marcha de un voluntariado, proveniente principalmente del partido gobernante PSUV, que resolverá tareas como la limpieza de las instalaciones y el mantenimiento de equipos médicos.
Zulia “es el estado más golpeado por el coronavirus de Colombia”, dijo esta semana Maduro, quien insiste en calificar como foráneos los casi 2.000 casos de venezolanos retornados que, a su llegada al país, han dado positivo para COVID-19.
“Ha sido brutal, nos ha matado ya a varios compatriotas”, prosiguió el mandatario que reiteró su preocupación por la dureza del virus en esta región, en la que se prendieron las alarmas a mediados de mayo después de la aparición de varios infectados en un mercado popular.
Por ello, Maduro y Prieto han instado a los ciudadanos a denunciar a todas las personas que regresen a Venezuela a través de fronteras no controladas, en tanto que las autoridades han detenido a supuestas bandas que se dedican a concretar estos traslados a cambio de dinero.
“Si llega (un venezolano del extranjero) lo envuelven en una sábana y llaman a las autoridades”, dijo el presidente en tono satírico.
Maracaibo ha sido sometida a una cuarentena extrema justo cuando Venezuela se adentra en un esquema de flexibilización del confinamiento que prevé ir abriendo comercios y permitiendo la circulación de personas conforme avancen los días, siempre que se mantenga controlada la aparición de nuevos casos de coronavirus.
Prieto ha dicho que la ciudad está viviendo “horas bien complejas”, entre otras cosas, por la posibilidad de que aumenten los contagios en lugares como las gasolineras, que diariamente registran colas con cientos de vehículos que esperan repostar luego de más tres meses sin combustible.
Hasta ahora, las autoridades han habilitado al menos una decena de hoteles en esa entidad federal para recluir a casos sospechosos de COVID-19 e insisten, siguiendo un dictamen presidencial, en que nadie “se puede resistir a ser curado por el Estado”.
Una de las características que potencia el riesgo de la pandemia en Maracaibo es la falta de agua. En todo el Zulia, que registra temperaturas cercanas a los 40 grados centígrados, existen comunidades que pasan una, dos o hasta cuatro semanas sin agua en sus hogares.
Una de esas afectadas es Keila Pichardo, una bioanalista de 26 años que sortea este problema aprovechando el líquido “lo más que se pueda” hasta la última gota o, cuando agota las reservas, caminando unos 400 metros hasta una tubería en la que puede llenar un par de bidones.
“¿Cómo hace uno para lavarse las manos entonces?”, pregunta la joven con la misma preocupación que sienten los millones de habitantes del Zulia y que por ahora no encuentran respuestas, al menos ninguna que contemple una solución definitiva, pero las autoridades aseguran que la situación es manejable. /Con información de EFE