Minneapolis se prepara este jueves para despedir a George Floyd, un ciudadano negro cuya muerte a manos de un policía blanco el 25 de mayo generó un movimiento de protestas no visto en décadas en Estados Unidos.
La ola de protestas -que se produce a cinco meses de las elecciones y en medio de la pandemia de coronavirus- se intensificó el lunes cuando el presidente Donald Trump amenazó con movilizar al ejército para restaurar el orden después de que protestas pacíficas durante el día derivaron en disturbios nocturnos.
Los desórdenes obligaron a muchas ciudades de declarar toque de queda y a nivel nacional han sido detenidas 10.000 personas, según medios locales, pero no hay balance de heridos o de muertos ya que algunos incidentes al margen de las protestas todavía están siendo investigados.
El homenaje a Floyd en su ciudad de acogida estará a cargo del activista por los derechos civiles Al Sharpton.
El miércoles, los fiscales que llevan el caso en Minnesota endurecieron los cargos contra Chauvin, que la semana pasada fue acusado de homicidio involuntario.
Ahora será procesado además por homicidio sin premeditación, un cargo que se sumó a los existentes y que conlleva penas más severas. De ser condenado podría ser sentenciado hasta cuatro décadas de cárcel, aunque en Estados Unidos son pocos los casos de condena contra policías.
Además el fiscal imputará a los otros tres policías que estaban en el lugar –Tou Thao (34), J. Alexander Kueng (26) y Thomas Lane (37), ya detenidos– por ayudar e instigar homicidio.
La familia de Floyd agradeció las movilizaciones en un comunicado e indicó que los arrestos de los agentes que estaban libres y los nuevos cargos imputados constituyen un momento «agridulce» y un «significativo paso en el camino hacia la justicia».
Pese a que una de las demandas de los manifestantes se cumplió las movilizaciones siguieron en la noche del miércoles para demandar cambios más profundos.
En Washington una multitud se apostó en las cercanías de la Casa Blanca, desafiando el toque de queda impuesto desde las 23H00 hora local. Cientos de manifestantes retaron la prohibición y marcharon en el Capitolio para luego unirse a los manifestantes de la Casa Blanca, escoltados por un impresionante dispositivo de policías en bicicleta que iban acompañados de servicios del orden diversos como la agencia antidrogas estadounidense DEA.
Miles de personas marcharon por las calles en Hollywood y en Los Ángeles, donde el alcalde Eric Garcetti prometió redirigir 250 millones para la salud y la educación de la comunidad negra.
Pese a que Trump condenó la muerte de Floyd, adoptó un tono duro para referirse a los manifestantes, afirmando que dentro de las movilizaciones había «malas gentes» y llamó a los gobernadores a «dominar la calle».
Trump está bajo presión por sus polémicas declaraciones y por saltarse la tradición estadounidense no escrita de que en casos de crisis el presidente emerge con un mensaje de sanación para el país.
El miércoles la tensión subió en su propio gabinete después de que el jefe del Pentágono, Mark Esper, expresó su oposición a que Trump invoque una ley que permitiría sacar a las fuerzas militares a las calles.
Cientos de efectivos de la Guardia Nacional, un cuerpo de reservistas, ya han sido desplegados para ayudar a la policía en el control de las manifestaciones.
En tanto el general Jim Mattis, que fue el secretario de Defensa de Trump entre 2017 y 2019 y que salió del gobierno por diferencias con el mandatario, lo acusó de «dividir» al país. «Trump ha sido el primer presidente que no trata de unir a los estadounidenses, que ni siquiera pretende intentarlo», lamentó el general retirado.
Trump –que reitera su mensaje de «Ley y orden»– descalificó las declaraciones de Mattis, afirmando que es el general más «sobrevalorado» del mundo. /Con información de AFP