El condado de Miami-Dade empezó hoy la fase uno de reapertura de su economía en una jornada donde todo parece moverse a una velocidad mucho menor que la que usualmente tiene el sur de la Florida.
Por empezar, más de la mitad del condado no ha reabierto. Las cuatro ciudades principales (Miami, Hialeah, Miami Beach y Miami Gardens) recién comenzarán a reabrir el miércoles. Las zonas comerciales más famosas, como Lincoln Road, Midtown, Desing District o Coconut Grove siguen con sus puertas cerradas por dos días más. Los centros comerciales, como Dolphin Mall o Brickell City Center, iniciarán actividades hacia finales de semana. Además, la gran mayoría de las oficinas tienen a sus empleados trabajando desde sus casas y las escuelas no volverán hasta el próximo año lectivo a finales de agosto, por lo que el tránsito en las autopistas del centro es mínimo (una rareza en esta región).
Pero pese a la lentitud con la que se está dando esta apertura, está claro que algo ha comenzado a cambiar. Las dos grandes zonas que se reactivaron hoy son Coral Gables y Doral. Ambas tienen un sector de comercios minoristas que por primera vez han abierto sus puertas después de dos meses. Con limitaciones, porque la nueva normalidad exige que empleados y clientes usen máscaras, que todos se mantengan a distancias de al menos seis pies y que, cuando se puede, todo se realice con turnos. Los locales pueden operar solamente al 50 por ciento de su capacidad, y quien no cumpla con esto corre el riesgo de que las autoridades vuelvan a cerrar su comercio.
Los pequeños comerciantes parecen haber entendido el mensaje con claridad. Nada en esta primera jornada se parece a lo que conocíamos hasta ahora. The Spot es una conocida barbería de Doral. Durante dos meses no recibió ni un solo cliente. Hoy reabrieron con agenda llena, pero el local mucho más vacío de lo que se acostumbraba ver. Usualmente, tenían ocho barberos trabajando a la vez. Hoy sólo había cuatro allí. La norma indica que tienen que dejar espacio entre estaciones de trabajo.
“Cada silla está a ocho pies de la otra. No estamos aceptando a nadie que llegue sin una cita. Los clientes no pueden venir acompañados y apenas entran les pedimos que se laven las manos, además de dejarse puesta las máscaras –salvo cuando tenemos que retocar sus barbas-“, le contaba a Infobae Loira Gonzalez, la recepcionista de este local. Esperan poder recuperar las pérdidas económicas de los últimos meses en lo que queda del año. Como símbolo de buen augurio cuentan que en esta primera jornada tienen todos los turnos dados hasta la medianoche.
Diferente es el caso de quienes venden ropa. Con la duda de que el virus viva en las superficies, mucha gente prefiere no ir a tiendas donde tengan que probarse indumentaria. La avenida más comercial de Coral Gables es conocida como la “milla de los milagros”, por la gran cantidad de locales de venta de vestidos de novia. Daisy Tarsi es un local que lleva allí 40 años. Maryellen Fonte, dueña de este negocio desde hace un cuarto de siglo, reabrió tomando precauciones incluso más estrictas que las que exigen las autoridades. A cada persona que entre al local se le exige el uso de máscaras y guantes. Las novias sólo pueden ir acompañadas por una persona más a las pruebas, nadie de la tienda las ayudará a ponerse el vestido y sólo se recibirá a quien tenga cita previa.
“He pasado hasta huracanes con este negocio abierto. Nunca vi una crisis tan grande como la que acabamos de vivir. He podido sobrevivir pagándole a mis empleados gracias a la ayuda del gobierno federal. Pero aún no he podido pagar la renta del local. Jamás se vio algo así”, afirmaba a esta publicación esta comerciante que hoy ha recibido sus primeros clientes en ocho semanas.
Los restaurantes hasta ahora sobrevivieron haciendo entregas a domicilio. Desde hoy pueden servir comida manteniendo seis pies de distancia entre las mesas y con cuatro personas por mesa a la vez. Para Pisco y Nasca, un amplio restaurante peruano, eso implicó sacar la mitad de sus mesas. Si esta nueva realidad se mantiene, les tocará reducir personal, aunque son optimistas de que pronto se podrá volver a trabajar con más normalidad. Mientras tanto, decidieron tomar medidas de precaución extra para darle confianza a sus clientes.
“A cada persona que entra le tomamos a temperatura con un termómetro infra-rojo y les pedimos que pasen por la estación de desinfección, donde ofrecemos alcohol en gel y toallas húmedas con alcohol”, asegura el gerente general, Enrique Arce.
En un condado con tanto comercio, famoso mundialmente por su shopping, es raro ver la lentitud con la que todo se está moviendo. Calles semi-vacias, locales con mucho espacio libre, y la gran mayoría de la gente con máscaras. Al menos en esta primera jornada, la adhesión a las reglas de la nueva normalidad en Miami ha sido muy alta. /Infobae