El gobierno de Daniel Ortega ha decidido ir contracorriente en el combate al coronavirus. Mientras muchos países cierran fronteras, en Nicaragua se declaran abiertas, y mientras los gobiernos prohíben concentraciones, la vicepresidente de la Republica, Rosario Murillo, está invitando a una marcha para este sábado denominada “Amor en tiempos del covid-19”.
“Porque es el mundo entero el que está enfrentando la pandemia del Covid-19, Amor en tiempos del Covid-19, unidos en barrios, comarcas y comunidades para cuidarnos juntos”, dijo Murillo al convocar a la marcha.
La invitación gubernamental es a concentrarse a la cuatro de la tarde del sábado en la Avenida Universitaria de Managua, y los afiches de propaganda integral el tradicional guiño político de las actividades del régimen. “Todxs con Daniel”, dicen en alusión al presidente Daniel Ortega.
“Yo pensé que era una broma”, dice el doctor Alejandro Lagos, especialista en Salud Pública y Gerencia Hospitalaria. “El mismo protocolo de ellos establece evitar el contacto con personas que anden con tos, con moquera o sospechosos de problemas respiratorios, y en una concentración no podemos saber quién anda enfermo y quién no. Es una irresponsabilidad máxima”.
El gobierno de Nicaragua, en cambio, actúa en sentido contrario. A finales de febrero, la ex ministra de Salud y ahora asesora presidencial, doctora Sonia Castro, aseguró que el Ministerio de Salud (MINSA) “no ha establecido ni establecerá ningún tipo de cuarentena en el país”.
Posteriormente Murillo reiteraría esta disposición, y aseguró que Nicaragua no dispondría restricciones migratorias como han hecho otros países para intentar contener la entrada del virus.
Hasta ahora el gobierno de Ortega no ha tomado ninguna medida regulatoria o declarado alguna alerta entorno a la amenaza del coronavirus. Algunas empresas y colegios privados han tomado sus propias precauciones, suspendiendo clases o regulando y monitoreando el ingreso a sus instalaciones.
“Veo poco interés en establecer contención a la pandemia”, dice el doctor Lagos. Otra diferencia con El Salvador, es que en Nicaragua poco se sabe de lo que está haciendo el gobierno para enfrentar la pandemia. Esta semana se conoció a través de una filtración al periódico digital Confidencial, de un documento denominado “Protocolo de Preparación y Respuesta ante el Riesgo de Introducción de Virus Coronavirus (COVID-19)”.
A través de este documento se supo que el gobierno de Ortega calcula que unas 32,500 personas serían afectadas por el coronavirus en los próximos seis meses después de su introducción al país, y unas 813 personas morirían, considerando el 2.5 por ciento de letalidad del virus en el mundo.
El protocolo gubernamental establece además un estricto manejo de los cadáveres que provoque el virus, los cuales no tendrán autopsia, vela y funeral para evitar el contagio. Los cuerpos serán entregados en ataúdes sellados para su inmediato entierro.
“La población debe estar informada para actuar con responsabilidad”, insiste.
Lo que hace el gobierno, dice el médico, contradice su propio protocolo. “Ellos ponen una cosa en papel, pero hacen algo distinto en la práctica” dice Lagos, quien pone en duda la capacidad del gobierno de Ortega de enfrentar la pandemia.
“Ellos dicen estar preparados, pero los números indican que ni siquiera tendrán la capacidad de controlar un brote en un barrio. Por ejemplo, si hay un brote en el barrio San Judas (Managua), que tiene unos 50 mil habitantes ¿qué podrán hacer con 419 camas y 60 ventiladores?”, se pregunta.
Dice que hay algo de ingenuidad en el manejo del gobierno. “Por eso convocan a marcha como si eso no nos va a afectar. Y yo sí creo que nos afectará”, dice. /Infobae