Los países que les han brindado protección y asistencia humanitaria a los venezolanos con insuficiencia renal son hasta la fecha ocho. Cada vez con más frecuencia salen de las fronteras nacionales en búsqueda de una oportunidad para seguir viviendo. Los trasplantados son protagonistas de una migración forzada, tras el desplome económico el colapso del sistema sanitario de Venezuela se ha convertido en un gran motivador para que los venezolanos emigren. Cuando la decisión determina no sólo una mejor calidad de vida sino la existencia en sí misma, parece inevitable partir.
Quedarse o irse de Venezuela es una decisión de sobrevivencia para quienes han sido diagnosticados con una condición de salud crónica. El sistema sanitario nacional se ha desplomado producto de una Emergencia Humanitaria Compleja, sin precedentes en el país, que ha dejado a miles de personas con daños irreparables a la salud y la vida de miles de venezolanos, de acuerdo con informes de diversas organizaciones no gubernamentales.
Por esta razón, personas con condiciones de salud crónica han decidido emigrar como única alternativa para seguir viviendo. Actualmente, más de 300.000 personas dependen de medicamentos de alto costo -de por vida- que hasta el 2015 eran entregados con regularidad por el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS). A partir de esa fecha comenzó la escasez, la intermitencia en las entregas, el racionamiento de dosis o el cambio de tratamientos sin recomendación médica.
Luego del desplome económico, el colapso del sistema sanitario de Venezuela se ha convertido en un gran motivador para que los venezolanos emigren. Cuando la decisión determina no sólo una mejor calidad de vida sino la existencia en sí misma, parece inevitable partir.
Sin embargo, cada país tiene sus mecanismos para ingresar al sistema sanitario que les permite acceder a los medicamentos de alto costo, de forma gratuita o subsidiada. Esa es la diatriba en la que se encuentran las personas con condiciones de salud crónica, que cada vez con más frecuencia salen de las fronteras nacionales en la búsqueda de una oportunidad para seguir viviendo.
Registros del IVSS advierten que en el país hay 2.698 personas trasplantadas, de las cuales 2.555 son renales. En este universo, de acuerdo con las estadísticas que ha recabado la organización no gubernamental Amigos Trasplantados de Venezuela (ATV) entre 2016 y 2019, han muerto 39 personas trasplantadas por la escasez de inmunosupresores en el IVSS, mientras que otras 161 han presentado rechazo de órgano por la ausencia prolongada de sus medicamentos.
El 7% de esta población ha sufrido daños directos por la escasez permanente de inmunosupresores en el país. Por esta razón, más de una veintena de trasplantados han emigrado forzosamente desde 2017 hasta el presente, con el único propósito de adquirir de forma continua su ciclo de tratamiento para sobrevivir.
“Los inmunosupresores suspenden el sistema inmunológico de la persona, evitan que el cuerpo ataque el órgano injertado. Estos medicamentos mantienen el sistema inmune apagado, si se suspende bruscamente o dosifica el organismo se despierta causando un daño (lesión) al injerto que si se prolonga en el tiempo se ocasiona la pérdida del órgano”, advierte una nefrólogo del IVSS, que prefirió declarar bajo anonimato ante el riesgo de represalias en su contra.
Esta experta en nefrología advierte que no existe un tiempo estándar en el que se presenta el rechazo del órgano. “Depende de cada organismo. No es lo mismo un trasplante de un órgano de alguien desconocido, que el de un familiar cercano o muy cercano. La compatibilidad varía, lo que lo protege un poco más. El rechazo se presenta cuando se disparan los valores de la urea y la creatinina“, explica.
Existen dos tipos de rechazo de órgano: El agudo, que es reversible, se origina por la ingesta de medicamentos. El “90% de los casos ocurren por una dosis insuficiente del tratamiento, o la suspensión absoluta. Con una terapia anti rechazo puede recuperarse su funcionamiento. Mientras que el rechazo crónico se presenta por una nefropatía crónica a pesar del inmunosupresor“, acota la especialista.
Los 161 casos de personas trasplantadas que perdieron su órgano y de aquellos 39 que fallecieron producto de la escasez de inmunosupresores sufrieron un rechazo agudo. Si el IVSS hubiese entregado los medicamentos de forma continua y periódica no hubiesen sufrido el daño o muerte antes descrita.
Emigrar o morir, el dilema de las personas con condiciones crónicas
La migración forzada para una persona con condición de salud crónica constituye en sí misma un daño a su vida. Debe dejar su país, su trabajo y muchas veces a su familia para buscar integrarse a un sistema sanitario que le brinde atención y protección a su vulneración personal. No todos los países de la región están preparados para ello. Las trabas burocráticas para legalizar el estatus migratorio muchas veces retrasa la atención que necesitan quienes huyen de Venezuela por no contar con tratamientos para mantenerse saludables. /Infobae