Miles de nicaragüenses que huyeron del régimen de Daniel Ortega han elegido Costa Rica para su exilio. El gobierno tico es uno de los que lleva la bandera del reclamo por el retorno de la democracia en su vecino. Ambos países carecen de embajadores en el otro y una serie de incidentes policiales empeoraron el clima.
Sin embajadores mutuos en cada país, con un par de recientes incidentes fronterizos que han dejado dos muertos y con abundante cruce de notas diplomáticas de protestas, las relaciones entre los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica están en su punto más bajo de los últimos 30 años.
“Las tensiones bilaterales están “in crescendo“, y no creo que sean sucesos fortuitos. A veces pareciera que se trata de ensuciar más la atmósfera, y tensionar más las relaciones con el único objetivo de llevar esa relación de tensión tras tensión, en vez de pasar a una etapa de cooperación”, se queja el exembajador de Nicaragua en Costa Rica, Mauricio Díaz.
Uno de los sucesos a los que se refiere Díaz es el asesinato hace una semana del nicaragüense Rubén Loáisiga por supuestos efectivos militares de Nicaragua en territorio costarricense. Costa Rica calificó el hecho como “de enorme gravedad”.
“Dichos efectivos del Ejército de Nicaragua, según confirmaron testigos que presenciaron los hechos, dieron muerte en este sitio al ciudadano nicaragüense de nombre Rubén Loáisiga, cuyo cuerpo quedó en la zona, y regresaron posteriormente al territorio de Nicaragua”, dijo Costa Rica en un comunicado de protesta. La policía nicaragüense alegó que Loáisiga asaltó un negocio en territorio nacional y huyó a territorio costarricense donde lo mataron en un incidente de delincuencia común.
El gobierno de Nicaragua rechazó “las falaces aseveraciones del Gobierno de la República de Costa Rica” y aseguró que estaban dirigidas a “desviar la atención del asesinato ejecutado por efectivos de la Fuerza Pública de Costa Rica el pasado 12 de agosto de 2019 en contra de Henry Ruiz López (otro nicaragüense), hecho que no ha negado el Gobierno de Costa Rica”.
Ruiz murió, según la versión de las autoridades costarricenses, en un enfrentamiento a balazos con la Fuerza Pública cuando se le sorprendió transportando contrabando por el rio Niño, a dos kilómetros de la frontera de Nicaragua.
El régimen de Daniel Ortega acusó a Costa Rica de “uso excesivo de la fuerza y utilización indebida de armas de fuego” y denunció el hecho como “un crimen de lesa humanidad” ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Tras estos incidentes y este intercambio de notas diplomáticas, está una relación de vecinos lastimada por la inestabilidad que vive Nicaragua desde abril de 2018. El gobierno nicaragüense reprimió violentamente una rebelión ciudadana que ha costado más de 300 muertos y unos 60 mil exiliados, la mayoría de ellos refugiados en Costa Rica. El gobierno de Costa Rica ha liderado las iniciativas en organismos internacionales para que Nicaragua retorne a la democracia.
“El Gobierno de San José no considera apropiado que Nicaragua se valga de esta situación para iniciar una nueva campaña mediática en contra de Costa Rica, tal como en el pasado reciente ha recurrido como medio para distraer la atención de los problemas internos en ese país”, expuso Costa Rica.
Al especialista en derechos humanos, Uriel Pineda, le parecen fuera de lugar las acusaciones del gobierno de Ortega contra Costa Rica. “Sería un delito de lesa humanidad en la medida que hay una estrategia de Costa Rica de aniquilar a nicaragüenses en su territorio, lo cual es una estupidez porque más bien ha dado refugio a los miles que huyen de la represión del régimen de Ortega”, afirmó en declaraciones al diario La Prensa.
Mauricio Díaz llama “maña vieja” de los gobiernos nicaragüenses la intención de echar la culpa a terceros de los problemas propios. “No es nada raro en la cultura política de quienes nos han gobernado. Un expresidente liberal llegó hasta a afirmar que los ticos querían robarse a Sor María Romero (beata de origen nicaragüense). He oído tantas ridiculeces, hay tanta cosa sin pies ni cabeza, que solo sirven para alimentar los nacionalismos exacerbados y tensionar más la relación. Generalmente son pleitos de capitales”, dice.
Y como si le faltara sal al caldo, ambos países están sin embajadores mutuos desde hace un par de años, y las oficinas diplomáticas son manejadas por encargados de negocios. Costa Rica no tiene embajador en Nicaragua porque ha decidido no nombrar alguno, y Nicaragua no tiene embajador en Costa Rica, porque este país se ha negado a aceptar dos propuestas nicaragüenses usando el “silencio diplomático”.
Las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua han estado caracterizadas por roces desde la llamada guerra nacional de 1856 cuando se firmó un tratado que definió los límites entre ambos países y la pertenencia del disputado río San Juan. “El tema del río San Juan ha sido la manzana de la discordia, pero eso ya está resuelto por la Corte Internacional de Justicia de La Haya”, explica el exembajador Díaz para quien “desde los ochenta no habíamos tenido tantas tensiones bilaterales con este país”.
Díaz considera que si las tensiones continúan “in crescendo” podría llegarse “al congelamiento de relaciones” entre ambas naciones. /Infobae